martes, 2 de agosto de 2011

Erase una vez, en una aldea perdida, un joven mercader. El consideraba todo como objeto vendible y en venta, la visión que se había forjado en lo que el consideraba multitud de años de experiencia.
No la compro, dijo. Nunca estuvo en venta, le contestaron.
No lo comprendo, dijo. No tienes por qué, le contestaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario